COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com

martes, 20 de enero de 2015

UNA FELIZ RODADA POR LOS GUACHIMONTONES... CRÓNICA DE ENCAMINADOR DANIEL


La gran mayoría de las veces, necesitamos de nuestro despertador para poder apartarnos de nuestro plácido sueño, y espabilarnos para comenzar el día, mayormente inmerso en la cotidianeidad. Este no era el caso, el despertador no había sido necesario en esta ocasión, pues yo ya estaba despierto desde hacía casi una hora, de manera natural. Había llegado al fin el tan anhelado domingo, y con este, la ansiadìsima rodada a Guachimontones, con todos mis amigos de Cámara Rodante.


n café caliente, y galletas integrales, eran más que suficiente para desayunarme, y llenarme de energía. Mientras desayunaba, repasaba mentalmente: mi bicicleta, lista, mi casco y equipo, listos, agua embotellada, lista, fruta y galletas, listas, todo estaba listo, solo faltaba subir todo a la camioneta para iniciar nuestro paseo dominical, y así lo hicimos. Vámonos! Al ir circulando por las calles de mi queridísima ciudad, se sentía el aroma a fresca mañana, se veía ya, lo que sin duda sería un espectacular domingo. En un instante, ya habíamos llegado al punto de encuentro: Chedraui Vallarta. Al ingresar al estacionamiento, comencé a ver una gran cantidad de vehículos con bicicletas, algunos ya conocidos, otros no. Sería esta, una rodada bastante concurrida. Después de estacionar mi camioneta, y saludar a algunos de los presentes, yo ya me sentía feliz, pues ya estaba yo ahí con mis amigos.

Luego de los comentarios generales, y las indicaciones de seguridad, por parte de mi amigo Edgar Fidalgo, comenzaba ya el traslado en caravana, rumbo al poblado de La Vega, Jalisco, vía Tala. El viaje en carretera, era ya de por sí, todo un paseo. Cientos de motociclistas iban en sus máquinas, con rumbo probablemente a Hostotipaquillo. Era impresionante verlos rodar en grupos y caravanas. Ya me sentía yo, rodando en mi bicicleta, con el aire fresco en el rostro. Estaba impaciente por llegar, y comenzar a rodar por fin.



Ya en el pueblito de La Vega, eran casi las 9:00 a.m., nos dió Don Lino las instrucciones y finalmente comenzábamos ya a rodar, por las calles empedradas del pequeño pueblito, viendo a corta distancia la imponente cúpula del templo del lugar, muy bonito, por cierto. Enfilamos hacia el norte, dejando atrás las calles del pueblo, y las miradas y amables saludos de los lugareños. Los paisajes, que eran campos y tierras de cultivo al principio, luego de unos pocos kilómetros, se convirtieron en breña y monte. Fue ahí nuestra primer parada, en Los Hervores, un nacimiento de aguas termales sobre un pequeño paraje rocoso. Un lugar digno de visitarse.


Luego de un ligero refrigerio, y las imperdonables fotografías, retomamos camino, por una brecha polvosa, pero muy rica en paisajes. Al norte, se veían ya, las montañas, y el cerro de Teuchitlan, a donde nos dirigíamos. Una vez más, íbamos rodando entre campos de cultivo, y bordeando por el poniente la Presa de La Vega.


Detrás de una curva en la brecha, divisamos un pueblito, El Amarillo, Ahí, en la entrada del pueblo, a las afueras del panteón, bajo un mezquite, aguardamos la llegada de todos los paseantes y nos reagrupamos. El sol ya estaba a plenitud, se sentía ya su calorcito.


A partir de ese punto, el resto del camino hasta Teuchitlan, se vería rodeado de plantaciones de caña de azúcar. El agradable sonido de las ruedas de nuestras queridas bicicletas, al ir rodando sobre el pedregoso camino, era repentinamente opacado por deliciosas charlas entre amigos.


Ya en la plaza principal de Teuchitlan, y luego de un breve descanso, tomamos camino hacia nuestro destino: el sitio arqueológico de Guachimontones. Hacia el oriente, tomamos una hermosa vereda a lo largo del río Teuchitlan, justo en las afueras del pueblo, yendo hacia el balneario de El Rincón.


Este lugar es todo un destino para un delicioso paseo dominical por sí solo. Justo ahí es donde inicia la cuesta, para llegar al ingreso a los Guachimontones. Afortunadamente, los encargados del sitio, sí nos permitieron ingresar con todo y nuestras bicicletas, hasta el pie de las pirámides.


Cabe señalar, que esta última parte de la cuesta, es la más empinada, pero sacando fuerza de no sé donde, y la voz de “si se puede”, comenzamos a rodar la última parte del trayecto. Algunos de nosotros, íbamos bajando cambios en nuestras bicicletas, hasta llegar al plato chico, piñón grande. Algunos otros, subieron como si nada, algunos más, subieron caminando, pero subimos, y al fin, habíamos llegado.


El lugar era hermoso, imponente, realmente mágico. Era en verdad, algo imperdible, imperdonable, era una visita obligada, era un lugar para compartir, para presumirse. Todos los sitios arqueológicos han de ser muy bonitos, supongo.


Este era hermoso, digno de visitarse. A lo largo de los corredores que rodean las pirámides, había árboles jóvenes, mezquites. huajes, copales, etc. Las pirámides, con su forma circular escalonada, le transportaban a uno imaginariamente, a otras épocas, muy antiguas, por cierto. Las terrazas, donde se erigían las chozas de los gobernantes y los sacerdotes, las canchas para el juego de pelota, donde se decidía la suerte de los contendientes, las explanadas, donde se llevaba a cabo el comercio, mediante el trueque de mercancías, como alimentos frescos, herramientas, objetos ornamentales, etc.


Desde el borde de la colina, a lo lejos se podían ver las veredas, las plantaciones, la presa y todo el valle. Desde allá habíamos llegado rodando! Sin embargo, el tiempo nunca es suficiente. Y nuestra visita, que aparentemente había durado solo unos cuantos minutos, nos había tomado en realidad, más de una hora. Era ya tiempo de emprender el regreso rumbo a Teuchitlan, donde nos esperaban algunos de los paseantes que por alguna razón no habían subido a Guachimontones. Y a regañadientes, así lo hicimos.


Ya de regreso, la cuesta que nos había tomado una eternidad en subir, divertidamente la habíamos bajado en un santiamén. Ahí estaba el lugarcito, el cual, por recomendación personal del amable guía que nos había acompañado en el recorrido dentro del sitio arqueológico, y nos había narrado parte de su historia, teníamos que visitar.


Habíamos llegado a La Choza de Mayahuel, un pequeño negocio local, donde degustamos una peculiar bebida: la Mayahuelada, que era una deliciosa preparación a base de cerveza clara, hielo, jugo de limón, sal, chile en polvo, y tejuino. Si, tejuino! En contadas ocasiones he disfrutado tanto de una bebida, como en esta ocasión.

En verdad, la Rodada a Guachimontones, fue todo un paseo, toda una experiencia, todo un deleite. Son momentos como este, los que valen la pena vivir en compañía de familia y amigos. Muchas gracias a todos.

Crónica por Encaminador Daniel
Cámara Rodante

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