COLECTIVO

Guadalajara, Jalisco, Mexico
Somos un grupo de amigos amantes a la fotografía y a la bicicleta, de ahí el nombre de este blog. Cada domingo vamos a pedalear por diferentes rumbos de la ciudad y fuera de la misma. Hacemos tanto ciclismo de montaña, ciclismo urbano y biciturismo. Con esto queremos fomentar el uso de la bicicleta como una herramienta viable de movilidad, de salud y de diversión. ¡¡¡Animate a rodar con nosotros, saca tu bici a pasear!!! Escríbenos a camararodante@hotmail.com

lunes, 27 de abril de 2015

PALABRAS DE JORGE ORENDÁIN AL PRESENTAR EL LIBRO: RECONSTRUIR UN CUERPO ROTO. POESÍA DE VIDA, DE ALMA LORENA RONO.



Jorge Orendáin Caldera 26 de abril, 2015, 
Bosque de la Primavera 

Escribir es siempre reconstruirse, es decirle al mundo que en nosotros habita una infinitud de universos que anhelan ser descubiertos por cada uno de nosotros. Quien escribe, sabe que su misión es deshilar toda una madeja de historias, dolores, alegrías, nostalgias, viajes, sueños, frustraciones y más. Escribir es ya desandar el futuro que carcome, que grita, que dice sus pasos en cada parpadeo. Y quien escribe poesía, sabe que sus palabras son un extenso futuro que muchas veces se cimenta en un pasado doloroso que debe reconstruirse, si no, la realidad nos puede devastar. 

Escribir poesía salva, no importa que a veces la palabra habite en el abismo, porque en el abismo la flor también brota hacia el cielo. 

Muchas veces hemos escuchado que escribir ayuda a liberar esos demonios internos que no nos dejan en paz, pero que al mismo tiempo nos orillan con frecuencia a que tomemos la pluma y los derrotemos. Y sí, escribir nos libera, pero también crea nuevos universos que nos ayudan a imaginar otros caminos en nuestra vida, y que al mismo tiempo auxilian a otros a reconstruir sus cuerpos rotos.  
Quien escribe poesía, está en permanente diálogo interno con todos sus sentidos; sabe que el ritmo, las imágenes y lenguaje son elementos tan fundamentales como lo puede ser el aire, el agua, la tierra y el fuego. 

La poesía es una aventura solitaria, una experiencia a veces mística, y que siempre trae en sus adentros racimos de esperanza para quienes se acercan a ella. 

Este libro de Alma Lorena Rono es una muestra de la que la poesía salva, redime, libera, reconstruye, ofrece nuevas rutas a nuestra vida, tanto interior como exterior. 

A lo largo de estas páginas, ella nos va revelando ese dolor que le provocó el cáncer de mama. Y a pesar de ser un tema intenso, ella lo dosifica con palabras poéticas y sin estridencia. No es fácil desnudarse en palabras para referirse a estos temas, que muchas veces no se quieren decir por diversos motivos. Por eso, sus lectores agradecemos a Alma Lorena este testimonio de vida y de renacimiento. Y sí, me queda claro que la vida y la palabra son muchas veces casi lo mismo. 

Quien lea este libro, será un invitado que sigilosamente entrará a la casa-cuerpo de Alma Lorena. Ella les ofrecerá las llaves para que abran todas sus puertas. Y los invitará a sentarse para escuchar todo ese dolor que le hizo ver la vida de otra manera, quizá más profunda, más humana y más sensible. Y les dirá que continuamente hay una esperanza, que nunca se dejen vencer ante la adversidad, porque una nueva luz en el horizonte estará aguardando en el camino. 

En esta reconstrucción, la bicicleta es fundamental. Y Alma misma lo dice: 

                 Montada en mi bicicleta rodaré sin camino 
                Andaré cuesta arriba por polvosas veredas 
                Vagaré por ocultos callejones 
                Porque no es suficiente que el corazón palpite 

Todos los ciclistas aquí reunidos, saben que andar en bicicleta no está lejano a esa misma sensación que tiene el escritor cuando expande su imaginación para conquistar nuevas realidades. Rodar es también reconstruir el cuerpo, el equilibrio, sumar distancias, habitar espacios, sentir la velocidad y, sobre todo, la libertad. Rodar, al igual que escribir, no es protestar, es imaginar el viaje, el destino, la voz, la hermandad; es saber que la bicicleta es también una extensión de nuestro cuerpo, al igual que las palabras son una extensión infinita de nuestra mente y espíritu. 

Este libro nos hace advertir la poesía en un árbol y nos otorga su semilla para que la sembremos. 

Alma Lorena hace rodar sus palabras y nos ofrece un camino que de nosotros depende recorrer. 

Escribir y pedalear son dos palabras que nos llevan a un solo destino: la reconstrucción de nosotros mismos
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